miércoles, 4 de agosto de 2010

El palacio de justicia 1985

La siguiente es una cronica hecha por la cabeza del proyecto Colombia Informada y trata de expresar muchas de las cosas que vivieron diversos testigos terciarios del holocausto representando asi a la poblacion colombiana a la cual los medios de comunicacion estaban informando.
es una critica al estado,a las fuerzas militares, y por supuesto a la monopolizacion y la manipulacion de la informacion, por parte de los medios informativos de moda:
En la barra lateral encuentran el video que complementa esta cronica y que personifica lo que nunca nadie fue capaz de decir, lo que hasta hoy estuvo oculto en Los Ojos que Vieorn el Holocausto.
"Ojos del Holocausto”


Hoy es Noviembre 8 del año 1985, misteriosamente se prende el televisor, es el noticiero de las doce, el titular del día escandaliza a la población colombiana y condena al grupo guerrillero M-19, el presentador con un notable tono de condolencia apropiado para la ocasión, lanza frases de apoyo a los familiares de las víctimas y condena con imágenes y expresiones las acciones de los guerrilleros; mi sensación, por instinto, es repudiar las juzgadas y descalificadas acciones por parte de los guerrilleros, generando un cierto rencor hacia el grupo revolucionario y, aunque yo no lo sepa, una postura a favor de los mandos militares.

Tomo mis cuadernos, dispuesto a la rutinaria costumbre de estudiar, salgo a la calle, me dirijo a la universidad, ésta se encuentra a dos cuadras de Palacio, llego y me encuentro con que el área está acordonada por las fuerzas militares y que no se permite el acceso civil, esto de alguna manera cuestiona la opinión que sin saberlo tengo, tomo el bus de servicio público, que dice 7 de Agosto y, bastante intrigado, me devuelvo para mi casa pensando en la razón por la cual no se puede pasar, ¿será que todavía habían guerrilleros allí adentro? Tal vez los militares se encontraban rescatando personas de entre los escombros mas, no había una sola ambulancia. Tan solo observé una fila interminable de camiones del ejército que custodiaban como con recelo las calcinadas instalaciones de Palacio. Llego a mi casa, mi abuela y mi madre se encuentran discutiendo sobre los lamentables hechos de los dos días anteriores, hechos que yo no conocía sino que ligeramente había oído nombrar, y después, no dejaba de oír los lamentables hechos de los días 6 y 7 de Noviembre del año 1985 en los cuales el grupo revolucionario M-19 (movimiento 19 de Abril) de alguna forma, se había tomado las instalaciones del Palacio de Justicia, a través de los actos criminales más abominables del país, tomándose el lugar en donde se guardaban y realizaban las investigaciones correspondientes a los actos y actores de todas la maniobras delictivas en el país.

El tema se me hace conocido, la narración de los hechos hecha tantas veces por parte de los medios me parece ya haberla oído, el sentimiento de adrenalina y ansiedad que me genera oír la forma en que los guerrilleros actuaron, sus pasos y su acciones me parecen ya haberlas experimentado. Oigo a mi madre decirle a mi abuela que el grupo M-19 se había creado el 19 de Abril de 1970 acusando de fraude las elecciones en las cuales, Misael Pastrana Borrero fue nombrado Presidente de La República, -mi abuela la interrumpe- esos guerrilleros de izquierda sólo quieren desatar una dictadura en Colombia a manos de mandos de izquierda o militares como lo pudo ser Rojas Pinilla-, sector al cual pertenece el movimiento y lógicamente sus integrantes; cansado del tema, no por tanto oírlo sino por no conocerlo, subo a mi cuarto y prendo la radio, sintonizo la emisora de música clásica y me dispongo para una buena siesta. Escuchando las cuatro estaciones de Vivaldi empiezo a reflexionar, me doy cuenta de que en cuatro días mi país ha cambiado mucho, justo como cambian las estaciones en la canción, de la calma absoluta los días 4 y 5 de Noviembre, pensando ya en la navidad que se avecina, pasar al caos y la confusión los días 6 y 7 del mismo mes, tratando de armar un rompecabezas sin fichas, tratando de abrir los ojos calcinados en una piscina impregnada de sangre, y terminar en hoy, que los medios divulgan a medias lo sucedido y los militares se concentran en Palacio.

Al concluirse la canción, una nota informativa de última hora me saca de la hipnosis en que me tiene sumergido la música, la nota dice: -se han confirmado varias identidades de los muertos en Palacio, entre ellos se encuentran el presidente de la corte suprema de justicia Alfonso Reyes Echandía, el magistrado auxiliar del concejo de estado Carlos Horacio Úran, el magistrado Manuel Gaona Cruz, los miembros de la cafetería de Palacio y 33 integrantes del M-19-, lo extraño es que no hay reporte de su muerte, sólo se menciona que murieron y que las llamas impidieron su inmediata identificación, poco a poco empiezo a desconfiar de estos medios informativos; apago el radio dispuesto a dormir. Me despierto gritando, una pesadilla, un sueño espeluznante, una realidad inexistente en la cual me encontraba dentro de una especie de museo, rodeado de personas carbonizadas y sin rostro, allí mismo fui interrogado y torturado, obligado a confesar algo que, ni siquiera tenía conocimiento de que hubiese sucedido; vi a Carlos Horacio Úran, respondiendo con agitación a las dolorosas torturas que le estaban siendo practicadas, escuchaba desde mi sitio de reclusión las súplicas por piedad de parte del magistrado auxiliar del concejo de estado y lo vi siendo asesinado por un tiro de gracia a manos de los desconocidos interrogadores, vi también a dos estudiantes universitarios ser interrogados y manoseados de manera infame por los interrogadores que me dispararon segundos antes de despertar.

Estoy frío, helado, mi sangre se congela con el pasar de los segundos y dificulta mi respiración, mi madre llega apurada con un vaso de agua en la mano y me pregunta sobre lo sucedido, mientras, nerviosamente me tomo el vaso de agua le explico los sucesos en mi aterradora pesadilla, mientras describo las vestiduras de los interrogadores, me doy cuenta que dichas vestiduras corresponden nada más y nada menos que a los propios militares, que custodiaban el Palacio y, que el lugar en el que me encontraba no era nada más y nada menos que la casa del florero, lugar en el cual, supuestamente, habían llevado a los rescatados para ser entregados a sus familias o a las ambulancias, según los mandos militares. En este momento todo es claro, sin tener pruebas de lo que hubiera sucedido, tengo la convicción de que aquella sangrienta confrontación había traído consigo una ola de muertes que se hubiera podido evitar, muertes a manos de los mismos que se habían encargado de sacar a los guerrilleros y rehenes del lugar.

Mi opinión y forma de ver los hechos cambian radicalmente, mi sensación de repudio ahora también alude a las fuerzas militares, el desprecio por las acciones violentas repercute a ambos lados de la confrontación y, por tanto, para mi forma de ver las cosas, los guerrilleros son tan culpables como los militares, y de alguna manera ambos influyeron en que tantas muertes, como lo están anunciando en los medios de comunicación, se dieran y que no importara la vida sobre los objetivos, un pensamiento que va en contra de todo aquello a lo que podemos llamar justicia. Mi madre me insiste – ¿mijito, está bien? Continúe con su relato que me tiene conmovida -.

Hoy es 5 de Noviembre de 1985, me encuentro en mi cama, luchando con mi conciencia en un dilema en el cual contendía el presentarme o no a la universidad, mi cuerpo no me permite ponerme en pie, pareciese que la gravedad se hubiera multiplicado por mil pues al intentar pararme de mi sitio de descanso sin importar la fuerza aplicada, esta era una operación imposible, alcanzo el control del televisor para intentar entrar en razón después de un profundo sueño causado, quizá, por el trasnocho del día anterior realizando un trabajo para la universidad.

Es el matutino noticiero de las siete, el presentador como de costumbre lleva puesto un traje de corbata, y en un tono monótono pero fascinante nombra las noticias principales de alguna manera que cautiva al televidente con impresionante facilidad, entre los titulares del día se encuentra la victoria del seleccionado colombiano frente a Chile, la nueva modalidad de tratamiento facial que está siendo estudiada, un tal botox que estira la piel y yo no sé que más hace; además de la creación de un partido llamado Colombia Democrática conformado por Álvaro y Mario Uribe a quienes conozco como buenos amigos de los “paracos”(paramilitares), el sueño se apodera rápidamente de mi y al cabo de dos minutos, mi mente se cierra abriéndole paso a una realidad paralela pero irreal, el sueño.

Mi sueño, pesado y tormentoso es acorde al tono del noticiero, a través de una narración monótona y tediosa, logra llamar mi atención, pues, veo que el mismo presentador en fechas pasadas, el mes de Octubre, da la noticia de una supuesta posible incursión armada a manos del M-19, presenta una reseña sobre el grupo revolucionario y antes de dar fecha y lugar, el televisor se apaga misteriosamente desestabilizando la equidad sonora generada en el ambiente, haciéndome volver súbitamente a la realidad de mis sentidos. Me levanto, me dirijo a la ducha y en ella, todos los recuerdos de mi sueño, corren junto con el jabón y el agua perdiéndose por entre el sifón. Salgo de la ducha, tomo mi toalla limpia y la paso por mi cuerpo cumpliendo la heredada costumbre de secarse, rápidamente me visto y me aseo, me dirijo apresuradamente a la cocina llevándome por delante al perro negro que cuidaba la casa, tomo un pan, que aún conserva buena temperatura y me dispongo a comérmelo hasta que veo mi reloj que marca las siete y media, esto desvirtúa mi horario mental, que siempre choca con el horario real, salgo apresurado a mi cuarto, tomo mi maleta y con el pan en la mano me dirijo a la calle. Me encuentro en la esquina, saludo al portero de la cuadra y me preparo a abordar el bus que me conduce a mi lugar de estudio, situado a unas dos cuadras del Palacio de Justicia de Bogotá, el bus llega, le señalo con mi mano derecha que debe detenerse, y prosigo a subirme en él, pago el pasaje y me siento en el último puesto libre situado cerca a la puerta de salida trasera y junto a la ventana, sentado y acomodado por fin me dispongo a comerme el pan que traía en mis manos desde el momento en que apresuradamente llegué a la cocina de mi casa, disfrutando del ahora helado pan, me pongo a pensar en que ya era Noviembre y que en menos de nada ya estaríamos en Navidad, y al igual que todos los años mi familia decoraría toda la casa, compraría regalos para todos, organizaría novenas y una cena navideña, una rutinaria celebración que yo compartía como por prudencia mas nunca con pasión, reviviendo en mí los más profundos pensamientos materialistas quizás, lo más representativo de esta ocasión. En mi mente rondan ligeras memorias de lo que fue mi sueño esa misma mañana después de observar el noticiero de las siete, recuerdo algo de un grupo revolucionario y de unos actos violentos, mas mi memoria no resiste más y deja al subconsciente a cargo de dichos recuerdos. Llego a la Universidad, entro corriendo con el carné entre los dientes y me dirijo apresurado a mi clase de Historia necesaria para mi carrera universitaria, llego al pasillo en que se encuentra el salón del maestro, pasillo que de alguna forma me generaba una cierta atracción, pues historia siempre ha sido desde la escuela en Guayabal, mi pueblo natal, mi materia de preferencia, me dirijo a la puerta del salón, todos mis compañeros se encontraban adentro, sus caras eran pálidas y de terror, el maestro se encontraba hablando hasta el momento en que sin saber cómo mi mano se dirige empuñada hacia la puerta y la golpea tres veces, el maestro se dirige a la puerta y me da acceso, sus gestos y su amabilidad se me hacen extrañas, mas en ningún momento hice algún comentario alusivo o que repercutiera en su actitud, me siento en silencio y atentamente escucho a mi profesor – Queridos estudiantes, estoy hoy aquí para decirles que se acerca un evento insospechado pero sabido, vendrán acciones que cambiarán el rumbo de la historia de este país y juzgará a aquellos que no actúan acorde con lo que prometen, queridos estudiantes no sé si los vuelva a ver, por esto a cada uno le entrego hoy una muestra de mi inmenso afecto por ustedes, les doy una réplica de una espada y una paloma, para que a través de la fuerza y la paz construyan una sociedad mejor, en la cual no hayan limitaciones, una sociedad que después de esto que les digo será mucho más “trabajable”-, el maestro siempre utilizaba esta palabra, “trabajable” y esta palabra ésta siempre brindaba entre quienes lo oían pronunciarla un verdadero aire de tranquilidad y confianza, un aire de cambio, de esperanza. Al terminarse mi clase, clase que se limitó a abrazos y llanto, me dirijo a la cafetería de la Universidad, allí tomándome un refresco y un comiendo un hojaldre recapacito sobre las perturbadoras palabras de mi profesor ignorando por completo a mi subconsciente, que me susurraba al oído algo que después seguramente habría de recordar. Un brazo en mi hombro me obliga a voltearme, es el maestro de Historia que se sienta al lado mío y me invita a un café, intrigado recibo su detalle y le agradezco mientras le pregunto sobre su extraño comportamiento en el salón de clase y sobre su futuro, el maestro se limita a decirme deja pasar el tiempo que los humanos se encargarán de lo demás, y que esa información es confidencial aunque como ya lo había dicho era un tema sabido, mi maestro se despidió y tras un fuerte abrazo se dirigió a la sala de maestros mirando hacia el cielo y frotando sus huesudas pero firmes manos. Salgo de la Universidad, tomo el bus que va al 7 de Agosto y me dirijo a mi casa. Al llegar, mi madre y mi abuela se encuentran en la sala esperando a mi llegada para almorzar, después de ejecutar los rutinarios ejercicios de saludar, nos disponemos a almorzar. En medio del arroz, que se encontraba muy sabroso, una nota se sale del bolsillo derecho de mi pantalón una nota en la que dice: “Tus acciones definirán tu destino, tu pensamiento definirá tus acciones, influye en un pensar y cambiarás un destino”, esta frase me da escalofrío, aunque es totalmente cierta, no deja de ser perturbadora y a la vez irónica, pues en 18 palabras soluciona lo que en más de treinta años este país no ha podido solucionar, y el mundo entero jamás ha podido sobrellevar, la inmensa carga de la violencia. Mi madre me pregunta sobre el contenido de la nota al ver mi, seguramente, cara de espanto, le leo la nota, mi madre me felicita acreditándome la autoría de dicha frase, le explico que no conozco la procedencia de dicha carta y que su contenido en verdad me inspira, mi abuela que había entrado en hipnosis tras la lectura de la nota se despierta sobresaltada y me dice,

-mijito, usted tiene una misión-.

Hoy es 6 de Noviembre de 1985, me encuentro en la cocina disfrutando de un delicioso desayuno hecho por mi abuela, ésta se encuentra muy detallista desde el almuerzo de ayer, me dice que cada segundo que pasa ve en mis ojos la firmeza de mi abuelo, y que siente al tocar mis manos la seguridad que un pastor brinda a sus ovejas, estas palabras no hacen más que asustarme, y salgo apresurado de mi casa huyéndole quizás a la vanidad que mi abuela me propone, nunca me he sentido especial y creo que no lo soy, creo que a las personas se les presentan momentos y que la habilidad de aprovecharlos o no, es lo que las hace especiales, a mí quizás no se me han presentado las oportunidades, mas siento que si se llegaran a presentar no sería capaz de reconocerlas. Me subo al bus que dice Plaza de Bolívar y reposo en el asiento junto a la salida trasera contra la ventana, me acomodo y observo a través del vidrio de la ventana empañada por el calor de mi respiración las calles destruidas, vacías pero saturadas, insensibles pero dolidas, me recuerdan las palabras de esa extraña nota y como las calles reflejan lo que es la sociedad, cómo a pesar de re parchar y remediar, las calles vuelven a ser destruidas, y en este caso por medio de algo tan matutino y rutinario como respirar, el transitar. Comparo este patrón con el de la violencia, mientras pasamos por el frente de las tiendas “Tía” asemejo la paz a la calle, y el conflicto a las ruedas, y pienso si pudiésemos transformar esas ruedas, o las causas del conflicto y modificar su razón de ser, no hacer ruedas para que rueden sino ruedas para que afirmen la calle, modificar de alguna forma su forma de ser para que no dañen la calle sino que mantengan su consistencia, desafortunadamente esto es poco posible y el desarrollo tecnológico no lo permite. Una mujer de pelo rubio, liso y brillante, paga el pasaje y se dirige como modelando hacia mí, mis ojos no se resisten a mirarla, mi cabeza se retuerce y pierde la razón, sus bellas expresiones, su suave andar, cautivan mi retina y la hacen congelar, - ¿Podrías tomar tu maletín por favor?- un sonido pasivo, dulce como miel recorre mis tímpanos alejando toda corrupción, se lleva como el olvido los tormentosos sonidos del bus, la calle, el caos, y me muestra a través de una dulce melodía una realidad paralela desconocida, un mundo nuevo al que quiero entrar, - Disculpe señor, ¿podría quitar su maletín del asiento?- , es una canción, estoy seguro, una tonada aguda que endulza mi oído y me brinda tranquilidad, impulsado quizás por mi subconsciente tomo sin saberlo mi maletín del asiento para dejar reposar en él la fuente del encanto, la pureza, la divinidad, una mujer , y para colmo bella.

Pasamos por el frente de la plaza de Bolívar donde me gusta caminar cuando tengo tiempo de sobra, me bajo del bus siguiendo un aroma de café, una esencia pura que guiaba mis pasos, continúo por la plaza y me dirijo al Palacio de Justicia, miro al horizonte y me encuentro con una frase, un destello de realidad, “Las armas os han dado la independencia, las leyes os darán la libertad”, pienso de nuevo en la frase que brotó de mi bolsillo en el almuerzo de ayer en que, si las leyes pudiesen controlar los actos previamente no habrían conflictos, pienso que si las leyes tuvieran el objetivo de concientizar y no de reprimir, muchas de las dolencias vividas por la sociedad no serían parte de la realidad, pero desafortunadamente aquí me encuentro, en el Palacio de Justicia de Bogotá a dos cuadras de mi Universidad detrás de una mujer, tratando de volver a la realidad, y sin saber claramente mi misión tras adquirir el conocimiento de la paz, a través de una pequeña nota.

Entro al Palacio entre una multitud, mas ese aroma a café, me guía por entre ella y me dirige hacia los adentros del Palacio de Justicia de Bogotá, sigo mi caminar, sin sentir fatiga, cansancio ni tranquilidad, esta mujer se dirige a una oficina, adentro se encuentra Carlos Horacio Úran, un punzón en el estomago se lleva el aroma de café de la desconocida mujer, súbitamente mi conciencia vuelve a su estado normal, un golpe en el pecho asevera mi razón, mas no encuentro argumentos para dicha reacción, quizás el desayuno de mi abuela me haya caído mal, quizás ese aroma a café ya había alterado mi sistema nervioso o quizás me he vuelto loco. Ese punzón al estomago me distrae lo suficiente como para perder de vista a la mujer que seguía desde el bus en que había llegado, camino por el pasillo observando las distintas oficinas, sigo por el pasillo y me encuentro con un baño, lo esquivo subiendo las escaleras, cada escalón me recuerda la reflexión hecha en el bus, veo los escalones decolorados, desgastados por el uso, y pienso, ¿habrá algo que sirva de superficie y que jamás sufra averías?, ¿existirá una forma de blindar la sociedad contra el conflicto?, la simbología es irónica, pues se presenta incluso dentro de la sede de la justicia en Colombia, una muestra de que lo que el desgaste de una superficie representa, se presenta en cualquier parte, la violencia podría presentarse incluso aquí aunque suene ilógico, en el Palacio de Justicia de Bogotá.

domingo, 1 de agosto de 2010

Presentacion de Colombia Informada

Muy Buenas, apreciados lectores.
Esta es la primera entrada del Blog Colombia Informada, un pryecto periodistico serio que propone evitar la monopolizacion de la informacion y asi mismo la impunidad, la ignorancia, la indiferencia, al derribar por completo los esquemas impuestos por las cadenas radiales y televisivas basicas nacionales, de contar las historias a medias y con tonos parcializados, beneficiando de manera irregular a quienes se encuentran con los dados del monopolio en sus manos, es esto lo que se planea combatir, y que por medio de este recurso tecnologico informatico se pueda informar, opinar, debatir y compartir con la sana e imprescindible igualdad de voz.
Se presentara informacion de caracter politico, social, economico, deportivo, medico, educativo etc.. siendo siempre sinceros y honestos con la informacion que se referneciara y justificara debidamente con el paso de las entradas, expresando si es muy evidente o quizas necesaria la opinion del perodista que se encargue de publicar, opinion que puede ser mencionada asi mismo como la de los respectivos lectores.
Muchas Gracias por su tiempo.
Esperamos contar con su audiencia y pronta visita.
Gracias, El Equipo de Colombia Informada.
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02/08/2010 12:12 a.m Bogota, Colombia.